Por Andy Torres
Vivimos rodeados de pantallas, pasamos más de 4-5 horas al día conectados a dispositivos móviles. Hoy, gran parte de nuestras relaciones, opiniones y rutinas se desarrollan en entornos digitales. Esta hiperconectividad, si bien abre puertas al conocimiento y al encuentro, también ha dado paso a una forma de violencia que muchas veces pasa desapercibida: la violencia digital.
La violencia digital no es un simple “mal rato” en redes sociales. Se trata de acciones que buscan dañar, controlar, humillar o amedrentar a una persona a través de herramientas tecnológicas. Y aunque no deja marcas visibles en la piel, sus heridas pueden ser igual o más profundas que las de cualquier otra forma de violencia.
¿Cómo se manifiesta? Las expresiones de violencia digital son múltiples y lamentablemente cada vez más comunes:
- Ciberacoso: Mensajes agresivos, amenazas, burlas o rumores difundidos por redes sociales, foros o chats.
- Control y manipulación digital: Revisión de dispositivos personales, acceso forzado a contraseñas o vigilancia de la actividad en línea.
- Difusión no consentida de contenido íntimo: También conocida como «pornovenganza», busca castigar o exponer a alguien utilizando imágenes o videos privados.
- Sextorsión y grooming: En especial en menores, se da cuando adultos se hacen pasar por otros para obtener imágenes íntimas o para extorsionar.
- Discursos de odio y desinformación: Ataques por razones de género, raza, orientación sexual o creencias, así como la difusión intencionada de noticias falsas para manipular la opinión pública.
¿Por qué debemos prestarle atención? Porque las consecuencias son reales. La violencia digital puede provocar ansiedad, estrés, aislamiento, pérdida de confianza e incluso pensamientos suicidas. Y lo más alarmante es que suele ser invisibilizada o minimizada con frases como: “solo fue una broma” o “puedes ignorarlo”.
Pero no, no es una exageración. No es “drama”. Es violencia, y como tal, debe ser reconocida, enfrentada y erradicada.
¿Qué podemos hacer como sociedad?
- Informarnos y educar desde temprano sobre el respeto digital, el consentimiento y los riesgos en línea.
- Romper el silencio. Escuchar, creer y acompañar a quienes han sido víctimas, sin culpabilizarlas.
- Denunciar. No normalizar el contenido violento, ofensivo o ilegal. Las plataformas tienen mecanismos para reportarlo y en muchos casos, también es posible acudir a instancias legales.
- Crear redes de apoyo. Fomentar espacios seguros, tanto en línea como fuera de ella, donde todas las personas puedan expresarse sin miedo.
La violencia digital no se combate solo con tecnología, sino con empatía, educación y acción colectiva. Internet debería ser un lugar de encuentro, no de miedo.
Conoce más sobre estos temas en la entrevista que tuve con Andy Torres, fundador de Colectivo DLR un colectivo que apoya casos de violencia digital en nuestro pais.
La violencia digital es un problema de todos y todas. No basta con apagar la pantalla, es necesario encender la conciencia.