Por la Ingeniera Ana Laura Elizondo
Las cascadas siempre han tenido para mí un encanto especial, es como ver la expresión de la fuerza y la majestuosidad de la naturaleza, así como el ver fluir la vida misma. El agua es para mí un medio de conexión entre mi esencia y la fuente de vida. El Día Mundial del Agua este año busca hacer visible lo invisible y creo que uno de los aspectos que se encuentra en la invisibilidad es el valor real que tiene en nuestras vidas.
Ojalá todos pudiéramos darnos cuenta del maravilloso regalo que es, no sólo porque la necesitamos y forma parte de nuestro cuerpo; sino porque tiene la capacidad de aliviar los malestares físicos y emocionales al ingerirla, al bañarnos o al sumergirnos en ella. Después de un día de mucho calor o muy estresante, el sentir el agua acariciar y recorrer nuestro cuerpo es suficiente para recargar baterías. Nada como sumergirte en las profundidades del mar o de los lagos o ríos y estirar todo cuerpo y flotar como cuando éramos bebés en un medio acuoso.
Esta capacidad de aliviar, refrescar y sanar es tan necesaria para nuestra especie como para todo aquello que tiene vida. Por ello, creo que nos hace falta reconectarnos con esas pequeñas pero esenciales cosas que hoy damos por hecho y valorarlas en su justa medida. Quizás así, la empecemos a cuidar en todos los aspectos.
El punto en el que nos encontramos hoy en cuestiones de cambio climático y riesgos hídricos requiere de nuestro compromiso a todos los niveles personal y profesional, y en todos los sectores. De acuerdo con el reporte del IPCC del pasado 28 de febrero, nos enfrentamos a eventos climáticos con mayor frecuencia, gravedad y compuestos, es decir que se pueden dar varios fenómenos como sequías o lluvias extremas de forma simultánea en el mismo lugar o en múltiples regiones, o en secuencia haciendo que un fenómeno recrudezca los efectos del siguiente.
En nuestra cotidianidad somos testigos de estos efectos. Hay ciudades cuya población ya ha enfrentado la amenaza de la sequía y ha tenido que tomar medidas extremas como Sao Paulo y Ciudad del Cabo en años recientes, y actualmente Monterrey que se encuentra en circunstancias semejantes.
Espero que no sean los escenarios catastróficos los que nos hagan actuar en un momento en el que quizás sea demasiado tarde. No obstante, quedarme sin agua es mi peor pesadilla. Por esta razón trabajo día a día con la firme convicción de que gracias a mi trabajo soy parte de la solución.
Para mí hablar del futuro es hablar necesariamente del agua y de cómo podemos hacer un mejor uso de ésta, no solo para servirnos de ella sino para regresarla nuevamente al ciclo de la vida. Estoy convencida de que ahí tenemos un área de oportunidad enorme.
Por lo que les comparto los tres puntos para pensar en el agua con visión de futuro:
- Impulsemos la innovación: Encontremos oportunidades de colaborar con aliados para que en materia de agua innovemos, Por ejemplo, con el Tec de Monterrey, campus Monterrey me ha tocado trabajar en un proyecto para transformar un estacionamiento de forma que sea autosostenible en materia de agua y energía. Es una gran manera de como las ciudades deben replantearse.
- Incluyamos a las comunidades: Podemos impulsar muchas soluciones innovadoras, pero el problema del agua es tan grande y relevante que cuando se trata de diseñar el futuro que merecemos es relevante que las comunidades formen parte de la solución. Con Water.org me ha tocado impulsar un sistema de microcréditos para los hogares diseñados para que incorporen sistemas de bajo costo que les permiten captar y recolectar agua. Incorporar estas tecnologías nos permitan reutilizar el agua de regaderas, lavabos, lavadoras para otros procesos dentro de los hogares como baños, para lavar trastes pero sobre todo permite que las comunidades se vuelvan creadores del futuro que merecen
- Tomar decisiones basadas en el agua: Muchos aprendimos que el agua es un recurso renovable y crecimos con la creencia de que nunca se acabaría; hoy sabemos que la hemos contaminado, sobreexplotado y hemos interrumpido su ciclo por el simple hecho de que existimos ahora debemos pensar más en adaptarnos y en ser congruentes con las condiciones en las que vivimos y no imponer nuestra voluntad como, por ejemplo, con diseños de jardines que no consideran los de ecosistemas y plantas nativas, incrementando el consumo de agua.
Todos podemos contribuir a la solución empezando por informarnos con fuentes confiables y concientizando el agua real que consumimos que no sólo incluye el agua que podemos ver, sino especialmente de aquella que no vemos, es decir, aquella que se utiliza para producir casi todo lo que utilizamos.
Detrás de casi todo está el agua de por medio y con nuestro poder de compra podemos ser parte de la solución. Adaptemos nuestros hogares para darle más usos al agua, y exijamos mejores regulaciones que incentiven el uso eficiente del agua en la agricultura, en las ciudades y en los hogares. ¡Juntos podemos lograrlo!
Ana Laura Elizondo es egresada de la carrera de Ing. Químico Administrador del Tecnológico de Monterrey y cuenta con diploma en Gestión de Proyectos por el IT INSTITUTE, es una mujer que sueña y se motiva todos los días para construir el futuro del agua con acciones hoy, por lo que desde 2013 ha dedicado su carrera en diferentes organizaciones como consultora, ejecutiva de sostenibilidad y hoy jefa de gestión y desarrollo de iniciativas de agua desde Fundación FEMSA.
Ana Laura Elizondo es egresada de la carrera de Ing. Químico Administrador del Tecnológico de Monterrey y cuenta con diploma en Gestión de Proyectos por el IT INSTITUTE, es una mujer que sueña y se motiva todos los días para construir el futuro del agua con acciones hoy, por lo que desde 2013 ha dedicado su carrera en diferentes organizaciones como consultora, ejecutiva de sostenibilidad y hoy jefa de gestión y desarrollo de iniciativas de agua desde Fundación FEMSA.
