EL MUNDO EN EL QUE NACÍ NO EXISTE MÁS, PERO HE SIDO lo suficiententemente afortunado para estar presente en el surgimiento de un nuevo mundo, algunas veces como espectador y algunas otras como participante de la creación.
Sin embargo, incluso ahora no estoy ispuesto a renunciar a soñar. Son dos los sueños que ocupan la mayor parte de mis pensamientos conscientes. Uno se refiere al futuro del pueblo judio y el otro al futuro del Medio Oriente.
En la nueva era enla que el mundo entró, las naciones fuertes y ricas dependieran más del desarrollo dde recursos intelectuales que de poseer recursos naturales. La calidad es el criterio, más allá de la cantidad; la universalidad remplaza al nacionalismo. Todo esto impone nuevos problemas que ni las naciones ni sus líderes habían tenido que enfrentar antes. En el pasado, la identidad de una nación se moldeaba con base en las características especiales de su población, la geografía, las propiedades únicas de su lengua y su cultura. Hoy en día, la ciencia no tiene identidad nacional, la tecnología no tiene lugar de origen y la información no tiene pasaporte. Los estándares intelectuales de un país son más importantes que su tamaño. La productividad de sus tierras de cultivo cuenta más que su área.
El ombre moderno habla dos lenguas: la lengua verbal para la comunicación y el lenguaje de las computadoras. Las culturas nacionales y la herencia deben competir, para ganar la atención del hombre, con los avances de la ciencia que absorben las mentes.
Defender su herencia única es el reto del pueblo judio en el mundo de hoy. Esta tarea no es menos exigente que el anterior reto nacional: defender físicamente el suelo patrio. Conservar la lengua hebrea en el mundo de hoy, ha sido proteger las fronteras. El reto es cómo asegurar que nuestros niños seguirán siendo judíos, y no sólo judíos por origen, sino por su propia identidad y sentimiento de misión.
Con base en la historia, el judaísmo ha sido más exitoso que los mismos judíos. Frecuentemente, los judíos han sido perseguidos, exiliados, squeados y asesinados.
El pueblo judío ha permanecido pequeño y débil, pero el espíritu judío se ha hecho cada vez más fuerte. La Biblia se encuentra en cientos de millones de hogares del mundo monoteísta. Las vicisitudes de la historia no han derrotado la majestuosa moral del Libro de los libros. Por el contrario, el tiempo y la historia han sucumbido a las ideas inmortales de la Biblia. El mensaje de que el único Dios invisible creó al hombre a su imagen y que, por lo tanto, no hay clases de hombres ni más altas, ni más bajas, se fusionó con la comprensión de que la moral es la expresión máxima de la sabiduría y, tal vez, también de la belleza y del valor. Esto es lo que distingue al hombre de la bestia. Las hondas, las flechas y las cámaras de gas pueden aniquilar al hombre, pero no pueden destruir los valoes, la dignidad o la libertad humana.
La historia judía presenta una lección alentadora a la humanidad. Por casi cuatro mil años, una pequeña nación llevó consigo un mensaje. Parte de este periodo, la nación residió en su tierra; más tarde, pasó al exilio. Esta pequeña nación nadó contra las mareas y en repetidas ocasiones fue derrotada, deportada y esclavizada. No existe otro ejemplo de nación en toda la historia -ni siquiera entre los grandes imperios ni entre sus colonias o dependencias- la cual, tras tal saga de tragedia y desdicha, se levante otra vez para librarse juntando todos los restos que sobrevivieron y estableciéndose de nuevo en el plano de su aventura nacional, derrotando dentro de ella a los que dudan y, fuera, a los enemigos, reviviendo su tierra y su lengua, reconstruyendo si identidad y alcanzando nuevas alturas de distinción y excelencia. El mensaje del pueblo judío a la humanidad es que la fe puede triunfar sobre la adversidad.
Los judíos son tradicionalmente el Pueblo del Libro; sin embargo, en el mundo de hoy el libro debe luchar contra la pantalla para mantenerse. La intensidad del libro debe competir contra la velocidad de la pantalla. La imagen natural del hombre debe competir con su cara maquillada como aparece ante las cámaras. Ciertamente, la pantalla tiene claras ventajas en esta lucha; es accesible, ubicua y se asimila sin esfuerzo. Nos divierte y nos entretiene, pero la pantalla finalmente distorisiona nuestra imagen.
Los conflictos futuros serán swbidos a los contenidos, no a los territorios que las civilizaciones ocupen. Durante muchos siglos, la cultura judía ha vivido sobre tierra extranjera. Hoy en día, una vez más, se ha enraizado en su suelo. Por primera vez, alrededor de cinco millones de personas hablan hebreo como lengua materna. Esto es el mismo tiempo mucho y poco: mucho, pues nuenca había habido tantos hablantes de hebreo; pero poco, pues una cultura basada en cinco millones de personas apenas puede resistir los efectos persuasivos y corrosivos de la cultura televisiva mundial.
En las cinco décadas de existencia de Israel, hemos enfocado nuestros esfuerzos en el restablecimiento de nuestro centro territorial. En el futuro, deberemos enfocar nuestro mayor esfuerzo en el restablecimiento de nuestro entro espiritual.
El pueblo judío no es ni una nación ni una religión, de acuerdo con el significado de esos téminos. Su esencia es un mensaje más que una estructura política, una fe más que una herencia eclesiástica. El pueblo judío y la religión judía son uno mismo. El judaísmo o la naturaleza judía es la fusión de creencias, la historia, la tierra y la lengua. El ser judío significa pertenecer tanto al pueblo elegido como al pueblo universal. Mi sueño más grande es que nuestros niños, al igual que nuestros antepasados, no tengan que tratar con lo pasajero y falso sino que continúen labrando el surco histórico del judaísmo en el campo del espíritu humano.
Mi esperanza es que Israel se convierta en el centro y fuente de nuestra herencia y no solamente en el lugar de nacimiento de nuestra herencia y no solamente en el lugar de nacimiento de nuestra gente; que el pueblo judío no necesitará depender de otros, pero estará ahí para los démas.
En cuanto a nuestra región, el medio Oriente, el papel de Israel es el de contribuir a su gran resurgimiento sostenido. Será un Medio Oriente sin guerras, sin frentes, sin enemigos, sin misiles balísticos y sin sus cabezas nucleares. Un Medio Oriente en el cual las personas, bienes y servicios se pueden mover con facilidad de un lugar a otro sin delaraciones aduaneras ni autorización de la policía. Un Medio Oriente en el cual cualquier creyente será libre de rezar en su propia lengua, árabe, hereo, latín o cualquier lengua que elija, y donde sus oraciones llegarán a su destino sin censura alguna, sin interferencia y sin ofender a nadie. Un Medio Oriente en el cual las naciones compitan por igualdad económica, pero fomenten el pluralismo cultural. Un Medio Oriente en el cual los jóvenes, hombres y mujeres, tenga acceso a la educación universitaria. Un Medio Oriente cuyos niveles de vida no sean inferiores a los países más avanzados del mundo. Un Medio Oriente en el cual fluyan las aguas para saciar la sed, para que se den los cultivos y florezcan los desiertod, en donde ninguna frontera hostil lleve a la muerte, añ hambre o a la desesperanza de los habitantes de la región. Un Medio Oriente de competencia y no de dominio. Un Medio Oriente en el que los hombres y las mujeres sea vecinos aliados y no sus rehenes. Un Medio Oriente que no sea un campo de muerte, sino un campo de creatividad y desarrollo. Un Medio Oriente que honre profundamente su pasado histórico y que se esfuerce por añadir nobles capítulos a su historia.