Advertencia: Este artículo contiene imágenes que los lectores pueden encontrar perturbadoras.
A simple vista, los selfies son perfectamente normales. Tienen etiquetas, tienen emoticones (estrellas, caras sonrientes, corazones…) y presentan una
variedad de poses atléticas.
Un hombre hace malabarismo con seis bolas rosadas. Una posa en un movimiento de yoga, otra se para en una pierna, dos hombres saltan de un pilar a otro.
Pero al escritor israelí-alemán Shahak Shapira no le pareció el monumento al Holocausto en Berlín.
Shapira copió 12 selfies tomadas en el monumento y subidas a redes sociales y las publicó en un sitio web el jueves.
Pero con un truco: quitó el fondo del monumento y lo reemplazó con escenas de los campos de concentración, dejando a los jóvenes tomadores de selfies involuntariamente rodeados de cuerpos y cadáveres.
El sitio web se llama «Yolocaust», una combinación entre la popular etiqueta en inglés «Yolo» (you only live once, o sólo se vive una vez) y «Holocausto». Fue un éxito en línea y tomado por varios medios de comunicación que elogiaron la idea. Los protagonistas de las fotografías fueron tratados de «tontos», «irrespetuosos», e «idiotas tomadores de selfies«.
Shapira pensó la la idea durante aproximadamente un año antes de comenzar el trabajo el miércoles, dijo.
«Es un fenómeno que había comenzado a notar en Berlín y luego empecé a ver esas imágenes en todas partes. Sentía que la gente necesitaba saber lo que estaban haciendo realmente, o cómo otros podrían interpretar lo que estaban haciendo».
Así que revisó miles de selfies en Facebook, Instagram, Tinder y Grindr y eligió una docena de los más extremos.
Las imágenes estaban todas en las cuentas públicas de redes sociales y no pidió permiso a ninguno de los titulares.
En la parte inferior de su página web hay una dirección de correo electrónico -«[email protected]»- para solicitar que se elimine una imagen. «Supongo que ese es mi compromiso», comentó Shapira.
Lo que vuelve el proyecto provocativo es «la gente y la forma en que se representan a sí mismos», en lugar de las escenas de muerte impactantes que ha superpuesto, dijo.
«Si hubiese usado seres autónomos normales, con gente parada allí sin hacer nada, no creo que hubiera resultado provocativo», dijo. «La controversia proviene de las acciones de la gente, yo sólo estoy cambiando el paisaje».
«Tierra no sagrada»
En 2014, Breanna Mitchell, una adolescente estadounidense, publicó un selfie en Twitter. «Selfie en el Campo de Concentración de Auschwitz», escribió, añadiendo una carita feliz ruborizada.
Un mes más tarde, alguien detectó su tuit y lo retuitió. En cuestión de horas había generado una reacción en cadena que salió de Twitter a los sitios de noticias con hambre de tráfico y de ahí a su celular, al que le llegaron comentarios abusivos e incluso amenazas de muerte de personas que habían obtenido su número , según contó.
Mitchell se unió a un número creciente de personas que crearon publicaciones sin utilizar mucho el sentido común, siendo rechazados públicamente y recibiendo el escarnio público. Su foto generó un debate sobre cuál es el comportamiento apropiado en los sitios conmemorativos.
Karen Pollock es la directora ejecutiva del Holocaust Education Trust, con sede en Londres, que trabaja con profesores y jóvenes preparándolos para visitar Auschwitz y otros monumentos conmemorativos del Holocausto.
«Hablamos con los jóvenes sobre la manera correcta de actuar en un sitio donde hubo asesinatos en masa, cómo comportarse, qué hacer con una cámara», dijo.
Ella calificó las imágenes de Yolocaust como «poderosas» y dijo que recibió con satisfacción el debate sobre el tema, «pero no queremos castigar a los visitantes más jóvenes por experimentar las cosas de manera diferente a las de una generación anterior», agregó.
«La generación de hoy experimenta mucho a través del lente de un teléfono, y no se trata de castigar, exponer, o humillarlos. Tratamos de tener discusiones constructivas sobre lo que quieren de una imagen con ese entorno».
«Cuando miré las fotos no pensé: ‘Dios, estas personas son terribles’, pensé que estos jóvenes tienen experiencias distintas a las de las generaciones anteriores».
El hombre que diseñó el monumento estuvo de acuerdo. El arquitecto de Nueva York Peter Eisenman vio el sitio Yolocaust poco después de su publicación el jueves.
«Para ser honesto, pensé que (la página web)era terrible», dijo. «La gente ha estado saltando por esos pilares todo el rato, han estado tomando sol, almorzando y creo que está bien».
«Es como una iglesia católica: es un lugar de reunión. Los niños corren alrededor, venden cosas. Un monumento es un hecho cotidiano, no es una tierra sagrada».
Eisenman hace una distinción clara entre el monumento de Berlín y los lugares de la masacre como Auschwitz. Es «un ambiente diferente, absolutamente».
«Pero no hay muertos bajo mi memorial. Mi idea era permitir que muchas personas de diferentes generaciones, a su manera, trataran o no de estar en ese lugar. Y si quieren alardear alrededor creo que está bien.
«Pero poniendo esos cuerpos en las fotos, eso es demasiado, si me preguntas. Esto no es un cementerio, no hay gente allí debajo».
‘Monumento de la vergüenza’
El miércoles, mientras el Shapira se preparaba para publicar su sitio web, el político alemán de extrema derecha Bjoern Hoecke hablaba en una cervecería llena de sus partidarios en Dresde.
Refiriéndose al monumento de Berlín, acusó a los alemanes de ser «los únicos en el mundo en plantar un monumento de vergüenza en el corazón de su capital» y pidió un «giro de 180 grados» en el recuerdo del Holocausto.
El calendario fue una coincidencia, según el Shapira, pero dijo que su proyecto estaba motivado en parte por la preocupación por la tendencia en la política europea y estadounidense, la que considerauna amenaza para las lecciones del Holocausto.
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«Oigo a muchos jóvenes decir que no se sienten culpables y que no quieren sentirse culpables, y no deberían, no es culpa de ellos y no es su responsabilidad. Lo que sí es su responsabilidad es lo que está pasando en este momento en Alemania», asegura Shapira.
«Me preocupa que los jóvenes no entiendan la importancia de estos monumentos. No están allí para mí, para los judíos, o para las víctimas; están ahí para la gente de hoy, como brújula moral. Así saben que no deben elegir a los jóvenes con cortes de pelo de Hitler, porque podríamos terminar donde estuvimos hace 80 años «.
Hasta el momento una persona envió un correo electrónico para solicitar que su foto sea retirada.
Shapira dijo que el joven expresó su arrepentimiento por la pose. Pero el resto de las imágenes permanecerán en el sitio que incluso puede ampliarse.
«Veamos qué pasa, veamos cuántas imágenes estúpidas e inapropiadas tengo que ver en Internet», dijo.
«Y si ahora tú me estás preguntando si está bien o mal, entonces es algo bueno. No tiene que ser lo uno o lo otro, ya tener un debate es bueno».
Fuente: BBCMundo