Por: Leopoldo Lara Puente
Esa fue la pregunta básica que nos hicimos el pasado martes y jueves, cuando tuve la fortuna de ser invitado a compartir la mesa de trabajo y de diálogo con dos clubes rotarios emblemáticos en la ciudad: el Rotaract de los jóvenes y el Villa de Nuevo Laredo integrado por mujeres.
Las y los integrantes de ambos clubes con la misma actitud propositiva y echada para adelante; con la agudeza y sabiduría femenina, con el entusiasmo y el interés sin límite de los jóvenes.
Me permitieron formar parte de sus sesiones y enterarme de primera mano de las acciones que llevan a cabo por la comunidad, que benefician al capital social. También pude dialogar libremente, alentado además por su apertura y receptividad.
Con los jóvenes percibí su enorme interés por entender lo que va a ocurrir en este año electoral que definirá rumbos en México (algunos de ellos votarán por primera vez); por la educación, que la identifican como la base de todo desarrollo (muchos de ellos continúan preparándose académicamente); por la manera de trabajar en equipo de manera más eficaz y por llevar a cabo acciones a favor del medio ambiente que detengan o controlen la depredación que hemos realizado en el planeta.
Con la mujeres los temas se concentraron en identificar causas de beneficio colectivo en las que ya participan y en las que pueden participar, así como los espacios para dar a conocer sus opiniones de manera formal en la comunidad, con la fuerza de sus acuerdos como grupo, pero en el plano público. A la vez, reflexionan sobre la equidad, sobre los valores éticos y morales, la transparencia que todos debemos observar y la congruencia de nuestro discurso y acciones.
Dos rutas, pero mismos objetivos.
En todos los temas la estrategia para lograr un mejor resultado siempre confluía en el mismo punto: construir ciudadanía.
Y la ciudadanía activa y responsable implica: claridad de ideas; opinión permanente y crítica; no “temer al ridículo” (ni a las represalias de los poderosos) o al “qué dirán” si hablo; respeto por las instituciones y por los demás; responsabilidad de acciones y contribución con la comunidad, tanto económica vía impuestos, como con el medio ambiente, con la cultura y con cualquier actividad de beneficio a terceros.
Si logramos que cada uno de nosotros y que más personas de nuestro alrededor pasemos de ser simples espectadores para asumirnos como ciudadanos activos y en movimiento, lograremos todo.
Lograremos elecciones claras y transparentes, con los mejores candidatos, con las mejores propuestas, al menos las más objetivas. Menos espectáculo y más acciones. Y después de la elección: un gobierno atento, receptivo, transparente, ordenado, serio y medible en sus procesos, con ideas y soluciones y sin tanta pose busca-votos.
Si trabajamos en tener más ciudadanas y ciudadanos en toda la extensión de la palabra, lograremos proyectar y aterrizar una educación de mayor calidad, con mejores métodos para evaluarla y con objetivos claros y definidos y no con remedios momentáneos como parece que actualmente se lleva a cabo.
Si le entramos a construir ciudadanía, optimizaremos el ejercicio del presupuesto público, porque habrá ciudadanos que participen activamente en su revisión e incluso en su ejecución y eso logrará gobiernos más transparentes, que confíen más en la rendición de cuentas como una ruta hacia la concordia.
Si las y los ciudadanos hacemos mayoría sobre quienes no tienen interés en que esto se mejore, no habrá espacio sin ocupar ni foro sin opinión y los problemas (que siempre estarán) se podrán resolver mediante el diálogo sereno que otorga la confianza entre unos y otros.
Escribirlo es muy sencillo y lograrlo no es imposible. Si todos comenzamos por nosotros mismos en la escuela; en el trabajo; en el coche; en las banquetas; ante las autoridades; con la familia; tendremos una opción válida para todos nuestros momentos: como individuos en lo privado, como ciudadanos en lo público.
Platicar con jóvenes y con mujeres comprometidas y con valores claros, refresco mi visión sobre la armonía y la convivencia, son dos rutas que caminan directo a donde mismo: el éxito social.
Ojalá todos tuviéramos la claridad para subirnos en ellas.
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