El cambio climático podría provocar una reducción del valor económico del océano equivalente al 0,37% del PIB mundial en 2100 (0,25% en 2050) si no se controlan las emisiones de gases de efecto invernadero y la temperatura media del planeta sube hasta cuatro grados. Si se controlan y el calentamiento es solo de 2,2 grados, la reducción del valor económico del océano supondrá el 0,11% del PIB en 2100 (0,06% en 2050).
Son las conclusiones del estudio Valorar el océano, realizado por expertos y coordinado por el Instituto Ambiental de Estocolmo. Pero el cambio climático no es una amenaza única, sino que convergen sobre el océano múltiples factores de estrés, entre los cuales destacan, según estos especialistas: la acidificación, el calentamiento del agua, la hipoxia, el aumento del nivel del mar, la contaminación y la sobreexplotación de recursos.
El estudio, explica el instituto sueco, supone “un innovador análisis sobre la economía del océano diseñado para cuantificar los costes de la degradación de este entorno, que a menudo no aparecen en los análisis de coste beneficio que sirven de guía para la promulgación de políticas”. Los cálculos se han hecho evaluando los costes a os largo de los próximos 50 y 100 años en cinco categorías de pérdida de valor del océano: pesca, turismo, aumento del nivel del mar, tormentas y capacidad de absorción de carbono.
“El océano afronta una multitud de amenazas interconectadas que no tiene precedentes en la historia de la humanidad”, escriben los expertos en el resumen ejecutivo de estudio, que se dará a conocer íntegro dentro de unos meses.
Más del 40% de los ecosistemas marinos están ya afrontando simultáneamente más de uno de los seis factores de estrés considerados en el estudio:
Acidificación. Los mares y la atmósfera intercambian gases a través de la superficie del mar y en los últimos 200 años los océanos han absorbido entre el 25% y el 30% de las emisiones de CO2 acumuladas globales. Este proceso en parte enmascara el cambio climático, pero perturba el sistema oceánico generando el efecto denominado de acidificación, con preocupantes consecuencias en la química marina para los organismos que viven de ese hábitat. El PH medio del océano ha descendido un 30% desde el inicio de la revolución industrial hasta ahora y, si las emisiones siguen creciendo como hasta ahora, el PH habrá caído entre el 150% y el 200% hacia 2100. Esta cambio es unas diez veces más rápido que cualquier alteración registrada en los últimos 65 millones de años.
Calentamiento. El océano ha absorbido el 80% del calor añadido al sistema climático en los últimos 200 años, provocando un aumento de la temperatura en la superficie, lo que tiene un impacto en los ecosistemas marinos, los recursos y las poblaciones costeras.
Hipoxia. En el último medio siglo se ha venido observando una alarmante tendencia a la disminución de las concentraciones de oxígeno tanto en las zonas costeras como mar adentro. Se han identificado ya unas 500 zonas muertas por hipoxia en el océano global donde la reducida aportación de oxígeno disuelto en el agua impide el crecimiento y la reproducción de organismos.
Subida del nivel del mar. El nivel medio del mar ha subido ya unos 25 centímetros desde 1800 y el ritmo se está acelerando. El nivel sube aproximadamente 1,8 milímetros por año en las últimas cinco décadas, pero fue ya de 2,5 milímetros anuales en el período 2003-1007. La elevación de las aguas oceánicas se debe a la fusión de glaciares y de los casquetes polares, pérdida de hielo de las mayores capas heladas de Groenlandia y de la Antártida, la expansión térmica del agua al calentarse y cambios en el almacenamiento terrestre. Es difícil proyectar cuál será la subida del nivel del mar acumulada a finales de este siglo, pero los modelos indican que puede estar entre 0,20 y dos metros.
Contaminación. Tóxicos químicos, residuos sólidos, nutrientes y sedimentos generados en la actividad humana (como agricultura, deforestación, vertido de aguas residuales, restos de la acuicultura, etcétera), radiactividad, vertidos de petróleo y basura como las redes de pesca abandonadas o los plásticos son los principales contaminantes oceánicos. Además, hay una contaminación biológica, es decir, la expansión de especies invasoras. Los efectos de la combinación de unos con otros prácticamente se desconocen, pero se sabe que, entre ostras consecuencias, pueden influir negativamente en la capacidad de adaptación de muchas especies al calentamiento.
Sobreexplotación de recursos marinos. Según la ONU, el pescado aporta el 20% del consumo de proteínas animales para 1.500 millones de personas y el 15% para unos 3.000 millones. En zonas costeras este porcentaje puede llegar al 90%. El valor económico global de la pesca asciende a unos 200.000 millones de euros al año, con la mayor parte de los pescadores y acuicultores concentrados en Asia (85,5%) seguida de África (9,3%). La FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura, de Naciones Unidas) estima que el 85% de las reservas pesqueras están explotadas al máximo, sobreexplotadas, agotadas o recuperándose del agotamiento.
“El océano es el eje de nuestro sistema de vida. Cubre el 70% de la superficie de nuestro planeta y genera el oxígeno que respiramos cada segundo; ha amortiguado el golpe del cambio climático absorbiendo el 25-30% de todas las emisiones de origen antropogénico y el 80% del calor añadido al sistema global, regula nuestra meteorología y proporciona alimento para miles de millones de personas. El océano no tiene precio”, escriben los científicos del Instituto de Estocolmo.
Fuente: ElPais.com
Por: Alicia Rivera.
Publicada: 3 de abril de 2012.