Acabo de leer un par de artículos cortos que ilustran buena parte de los problemas que enfrentan los que quieren promover prácticas responsables en las empresas. Uno, de un proponente de negocios en la Base de la Pirámide, se esfuerza en tratar de convencernos de que eso no es RSE, que es una disciplina separada. El otro entra en una discusión sobre si las empresas sociales pueden o deben aspirar al lucro. Ambos casos ilustran porque muchas empresas tienen razón en ser escépticos sobre la RSE. Si los proponentes discuten entre ellos, las empresas pueden quedar confundidas.
En el primer caso, titulado Base de la Pirámide (BoP) ¿Responsabilidad Social Empresaria? El autor cuestiona que los negocios inclusivos y en la BoP sean parte de la RSE. Alega que “la base de la pirámide se debe sustentar en la “intimidad de negocios” que existe cuando una compañía y sus socios de la comunidad se consideran esenciales entre sí para su identidad, salud y bienestar colectivos e implica una profunda interdependencia en la que la compañía y la comunidad desarrollan y nutren un compromiso compartido hacia el crecimiento y desarrollo a largo plazo de cada una de ellas.” También expresa que “la idea de que relacionar la conceptualización de la base de la pirámide (o aún los negocios inclusivos) con la RSE producirá una limitación en el desarrollo en las personas en condiciones de pobreza”, poniendo en duda de que los negocios inclusivos son parte de la RSE.
Analicemos ambas aseveraciones. En la primera aseveración el autor alega por la intimidad de los negocios inclusivos y una profunda interdependencia entre ambos. Si ese fuera el caso, se dejarían de aprovechar múltiples oportunidades de incorporar a sectores desatendidos en el círculo de intercambio, en la actividad económica. Difícilmente podrá la empresa permitirse la intimidad con todos sus relacionados y crearse dependencia de empresas o negocios, por definición más débiles, que dependen ella, no al revés. ¿Porqué restringir tanto el ámbito de operación? ¿Por qué exigirle tanto esfuerzo adicional a la empresa?
En la segunda aseveración, el autor alega que relacionar los negocios inclusivos con la RSE, limita del desarrollo de personas en condiciones de pobreza. ¿No será que su definición tan excluyente de los negocios inclusivos es la limita la inclusión? Parece que la RSE sea culpable de que no se resuelva la pobreza. Es cierto que no es responsabilidad de la empresa resolver los problemas de la pobreza, pero es también cierto que a la empresa le conviene operar en un mercado donde puedan participar todos, le conviene hacer lo que esté a su alcance, dentro del marco de sus negocios, para mejorar las condiciones de vida de esos segmentos menos favorecido y que puedan contribuir al desarrollo de la misma empresa. Si el objetivo de los negocios inclusivos fuera resolver la pobreza, difícilmente pueden llamarse negocios y difícilmente serán financieramente sostenibles en el largo plazo. Si la parte de los negocios inclusivos de la empresa tiene esos objetivos de reducción de pobreza, entonces el autor tiene razón, no es parte de sus prácticas responsables de la empresa, es parte de su filantropía, muy posiblemente efímera. Sería una gran oportunidad perdida si nos limitáramos a negocios inclusivos que cumplan con estas características.
Todo esto arece estar orientado a crear una nueva disciplina de “negocios inclusivos”, o de BoP, separada de la RSE. Con la balcanización del tema, para que algunos ganen, perdemos todos. Es preferible apoyarnos mutuamente, construir una mejor sociedad sin divisiones semánticas. Los negocios inclusivos y los negocios BoP son una de las múltiples prácticas responsables enmarcadas dentro de la RSE. (Invito al autor de ese artículo a publicar su respuesta en mi blog)
El segundo artículo es una recensión del último libro de Muhammad Yunus, Building Social Business: The new kind of capitalitsm that serves humanity’s most pressing needs” por Rodney Schwartz, publicado en el Stanford Social Innovation Review de Otoño de 2010. El autor del artículo critica a Yunus por lu estrechez de su definición de lo que constituye una empresa social. Yunus la define como una empresa sin fines de lucro, que tiene como objetivo la producción de productos y servicios con fines sociales. Su argumento es que la oposición de Yunus al lucro limitaría enormemente el tipo de empresas que se calificarían como sociales y por ende su capacidad de capturar mercados y el apoyo de donantes.
En un análisis desapasionado, la discusión parece irrelevante, de semántica. Cómo se califique la empresa parece ser irrelevante, lo que importa es la contribución que hace al desarrollo económico. Pero es mucho más probable que subsista si obtiene beneficios para respaldar su continuidad. No se trata de que su objetivo sea únicamente el logro de beneficios, y mucho menos la explotación de mercados de los pobres y desinformados. Ello puede ir apartándola paulatinamente del objetivo social. Pero pretender que solo tenga objetivos sociales, la puede hacer dependiente de donaciones de terceros, y limitar su innovación y capacidad de acción. Si la empresa tuviere beneficios siempre tendría la opción de utilizarlos para donaciones o para subsidiar algunos productos o servicios a segmentos con menor capacidad de pago. Si no los obtiene, su subsistencia estará constantemente en peligro.
El mismo Yunus, refiriéndose al fundador de la más grande microfinanciera en la India que hizo una emisión de acciones en el mercado de capitales, lo calificó como “un joven competente que ha tomado la decisión equivocada de usar las microfinanzas para ganar dinero”. La discusión no debe ser si gana dinero, debe ser si lo gana responsablemente, prestando sus servicios con márgenes de intermediación eficientes, buscando sus fuentes de fondos más económicas, educando a sus clientes sobre el uso adecuado del crédito, ofreciéndole los productos que necesitan, contribuyendo a su desarrollo, etc.
Una empresa, por definición, debe tener como primer objetivo su sostenibilidad financiera, de lo contrario no puede contribuir mucho (y aquí no estamos hablando de fondos de filantropía). Lo que se debería evitar es que este objetivo sea el único y que ignore o aplaste otros objetivos de contribuir al desarrollo económico y social.
Continuando con este tema, el próximo artículo será ¿Con amigos así, quien necesita enemigos?
Antonio Vives
Con un Ph.D. en Mercados Financieros de Carnegie Mellon University y con una trayectoria como profesor en 4 escuelas de negocios, Antonio Vives es actualmente catedrático y consultor en la Stanford University. Socio Principal de Cumpetere. Ex-Gerente de Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo. Creador de las Conferencias Interamericanas sobre RSE. Autor de numerosos articulos y libros sobre RSE y del blog Cumpetere en español.
Opino que la discusión y la discordancia siempre son sanas porque generan competitividad y progreso, ¿quiénes si no los proponentes van a contradecir las premisas actuales para desarrollar otras que sean mejores o más congruentes con el contexto actual?
Bueno, en mi criterio Yunus no menciona el tema de que la empresa social no maximice beneficios (utilidades), se habla de la redistribución de ellas, pues menciona que deben parar NO en manos de los accionistas del capital sino revertidas hacia beneficios de los usuarios del sistema como tal; dentro del ámbito de acción de la empresa. Me parecen muy frescos y actuales los conceptos, lo que sí es importante profundizar en ámbitos legislativos, técnicos, operativos que hagan factible su aplicación a la realidad propia de paises con tintes subdesarrollados. En el caso de Ecuador, existe ya una distorsión marcada de los objetivos que persiguen por ej. las Cooperativas de Ahorro y crédito que se han alejado de sus fines y objetivos propios y exigen los directivos incrementar los beneficios financieros antes que sociales, esto es una realidad palpable que en un sistema CAPITALISTA hábido de aplastar a la competencia no mira su entorno a mediano o largo plazo.