Hay amenazas tan perfectamente empaquetadas que resulta muy difícil poder calificarlas como tales, pero el hecho es que las grandes empresas alemanas han interpretado las palabras de Merkel como un ultimátum en toda regla.
«Considero un auténtico escándalo que en los consejos directivos de las 200 mayores empresas alemanas la participación de mujeres no supere el 3%», dijo la canciller alemana ante unas tres docenas de altos directivos en la sede central de Deutsche Telekom en Berlín.
Merkel nunca ha sido partidaria de legislar una cuota femenina y su posición, recientemente establecida por su portavoz Seibert, es que «no quiere introducir cuotas, sino que desea dar a las empresas otra oportunidad para que ellas mismas incrementen la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad y dirección. Una solución pragmática que no pierde de vista el objetivo de aumentar la presencia femenina».
La paciencia de Merkel, sin embargo, parece estar llegando a su fin. Quizá la gota que ha colmado el vaso haya sido la frase pronunciada por el presidente de Deutsche Bank, Joseph Ackermann, que ha provocado airadas reacciones en el Gobierno alemán, y no solamente por parte de las ministras femeninas.
Ultimátum a las empresas
Así que Merkel aprovechó la reunión del martes, que se celebraba en un tono casi familiar por tratarse de uno de esos encuentros en los que los directivos se permiten sentirse bien por dentro durante unas horas, un foro sobre ‘Horarios laborales y conciliación familiar’, para soltar la bomba.
«Diez años han tenido las empresas de este país para que la integración de las mujeres en las directivas se produzca de forma natural y voluntaria, pero aquí no ha pasado nada», dijo Merkel, sonrojando a varios presidentes que cotizan en el Dax 30 y a los que tomó por sorpresa la advertencia que la canciller estaba guardando a modo de traca final: «Cuanto más creativos sean ustedes, menos creativos tendremos que ser nosotros».
Merkel no desatendió, además, el tema que había reunido a tan selecta comitiva, y dejó claro que «los horarios laborales tienen que adaptarse a la vida familiar», utilizando para expresarse el verbo alemán ‘mussen’, cuyo significado es mucho más imperativo e irrenunciable que el de ‘sollen’, que expresa deber, conveniencia o necesidad.
Acto seguido les instó a firmar la Carta de la Flexibilidad, una declaración en la que se comprometen a «crear y desarrollar nuevos modelos de empleo que beneficien a Alemania como espacio competitivo para las sedes de empresas». Y a ver quién era el guapo que no firmaba, después de la reprimenda.
Este documento forma parte de un programa más amplio denominado ‘Familia, factor de éxito’ (www.erfolgsfaktor-familie.de), en el que participan el Ministerio de Familia, grandes empresas y pymes, colegios de primaria y secundaria, que trabajan conjuntamente para idear nuevos modelos de empleo aplicables a diferentes profesiones y que reasignan trabajadores a unas u otras empresas según la demanda de horarios de cada una y la necesidad de cada familia, siemprecon el objetivo de conseguir que los niños de 0 a 17 años estén lo mejor atendidos posible a través de un reparto equilibrado de las horas que pasan en centros educativos y en familia.
Fuente: Elmundo.es
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